Hay muchas razones que llevan a hacer modificaciones estructurales. Cubren todas aquellas posibilidades que, de una forma u otra, protejan a la estabilidad. Las razones más habituales son: aumentar la resistencia de la estructura frente a diferentes cargas, modificar su forma o dimensiones, cambiar su aspecto, o proporcionar una mejor resistencia al fuego, al calor, al frío o la intermperie.

La fuerza y ​​la estabilidad de un edificio provienen de sus cimientos y de los materiales utilizados para construirlo. Pero incluso los edificios más fuertes pueden ser víctimas de las fuerzas de la naturaleza o de los estragos del tiempo. Estas son algunas de las causas más comunes de modificaciones estructurales:
Los terremotos violentos pueden hacer temblar incluso los edificios más resistentes y causar grandes daños. La fuerza del terremoto puede causar grietas en las paredes o cimientos, que luego pueden provocar el colapso.

El deterioro de los materiales con el tiempo es otra causa común de modificación estructural. Por ejemplo, el hormigón tiende a agrietarse y desmoronarse a medida que se envejece, lo que puede debilitar los cimientos de un edificio.

En algunos casos, los humanos son los responsables de provocar modificaciones estructurales. Los trabajos de construcción o renovación mal ejecutados pueden comprometer la integridad de un edificio y hacerlo más susceptible al colapso.